A continuación, una lista de en qué me han ayudado mis últimos años de sofrología:

• Respirar mejor, conocer cómo se mueve mi cuerpo y cómo se siente una respiración relajada.
•  Darle más espacio a mis memorias positivas, a revivirlas a encarnarlas, a honrarlas.
• Reconocer cuales son mis valores personales, de los que no era necesariamente consciente. Entender estos valores me ha llevado a comprender mis propias reacciones que no eran entendibles sin la conciencia de mis valores, lo que realmente me importa, lo que, de manera a veces sutil, me mueve en la vida.
• Tener mayor conciencia corporal, el espacio que ocupa mi cuerpo, mis movimientos, mi energía personal, mi cansancio, mi postura..
• Conscientemente dejar de nutrir experiencias, pensamientos, situaciones que no favorecen mi bienestar.
• Ser consciente de mis emociones, qué emociones predominan en mi, qué situaciones las desencadenan, cómo recuperar la calma tras la tempestad..
• Ser más amable conmigo misma, respetarme, entenderme, perdonarme.
• Maravillarme con las cosas que antes no lo hacía, recuperando en parte la capacidad de mi niña interior de ver las cosas como si fuera la primera vez.